Estas son una serie de historias, mal llamados «cuentos cortos» (porque no soy buena escribiendo breve) para antes de dormir…
son historias reales, que me han sucedido en la vida, que creo merecen ser contandos ya que pienso en ellas cada vez que estoy demaciado estresada, o las cosas parecen ir de mal en peor y me dejo llevar por la negatividad…
son historias cotidianas , que nos pueden pasar a cualquiera si nos detenemos tan solo por unos segundo y no nos dejamos llevar por nuestras rutinas del «todo esta mal»
asi que aqui les dejo la primera historia, que me sucedio hace algunos meses, con la esperanza que tal vez cuando lo necesiten…tambien les ayude a tener un mejor dormir …
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Hadas y Ben 10
Ha sido un día largo, o por lo menos así parece para quien ha pasado la noche en vela trabajando y retorna derrotada a su casa, luego de una sucesión ininterrumpida de malos acontecimientos sucedidos unos tras otros sin descanso desde el día anterior.
Son a penas las 8 de la noche de ese día hábil, principio de semana, por lo que piensa en todo lo que aun le falta por hacer antes de poder poner en pausa esa vorágine constante en la que se encuentra sumida desde hace un tiempo, por lo que luego de mirar para atrás siente que han pasado años desde la ultima vez que se ha relajo totalmente y se ha dedicado solo a sonreír de forma distraída sin sentirse culpable por ocupar su tiempo en otra cosa que no sean las responsabilidades y compromisos; por lo que busca en su mente algo que la motive para no darse aun por vencida en esa lucha contra la angustia que ha acumulado silenciosamente dentro de ella tras cada obstáculo reciente y que hasta ahora venia evitando al no pensar en ellos y simplemente seguir, pero esta cansada, y ya no sabe si es por falta de horas de sueños o de voluntad, pero no logra encontrar un solo recuerdo en las ultimas 48 horas que le permitan creer que no hay motivos para estar agotada de todo ello, por lo que se rinde y simplemente se deja caer en las escaleras traseras de ese abarrotado colectivo publico en el que acaba de subir, allá, en el ultimo espacio libre donde no hay alguien que la empuje, le pise o le pueda prestar atención, para que así, aunque sea en ese lugar poco convencional, pero útil para las circunstancias, ella pueda solo esperar a que acabe el viaje, sin pensar en nada mas.
Sin embargo, sus planes se ven frustrados antes de siquiera arrancar camino, cuando un niño anónimo y de apariencia humilde, algo mal vestido y cubierto de tierra, de esos a los que todos huyen porque les desconfían sus intenciones o porque simplemente les son desconocidos de mala fama, a quienes a lo sumo se les da una moneda a cambio de que no “les molesten”, cuando no se los corre como a cualquier cosa porque “no vaya a ser que te contagien algo o que te roben”; se para junto a ella y antes que las puertas de descenso se cierren para arrancar el vehiculo arroja una cajita de jugo ya vacía hacia la calle, lo que a ella le llama de inmediato la atención, sintiéndose seriamente molesta porque ha tirado basura en la vereda, logrando que gire su cabeza para encarar a aquel niño y advertirle de la forma mas adecuada que su mal humor le permita, que esas cosas no se hacen.
Y es allí cuando lo ve, y ya no ve la ropa desgastada y el cabello sin lavar, ya no ve las trenzas desatadas y las manos y uñas con tierra, ni las advertencias de una sociedad golpeada por la inseguridad y la desconfianza al prójimo, lo ve allí junto a ella, con solo una bolsa de plástico en la mano, con una sonrisa verdadera, de esas de cuando sos pequeño y te permitís reír, como si estuviese jugando o hubiese conseguido un gran logro, y señala diciendo “mira quedo parada” de forma divertida, dirigiéndose a ella con total confianza, en mención a la cajita de jugo que ha quedado de pie en la vereda, y ella, no puede mas que sonreír ante aquel gesto totalmente inocente y divertido, sintiéndose incluso agradecida de haber sido invitada a formar parte de su conversación en vez de haber sido solo ignorada durante sus próximos 30 minutos de viaje por su compañero de espacio, como es costumbre en estas sociedades modernistas, donde todos se sienten solos en medio de las multitudes.
Y así transcurre el resto del recorrido, con estos dos personajes sentados en las escaleras de aquel transporte público, como si de los sillones del living de su casa se tratasen, y es que ella no puede mas que estar allí y escuchar, sentirse divertida ante lo infrecuente de la situación, burlándose quizás un poco en su interior de lo tontos que parecen todos a su alrededor al estar tan curiosos por dicha escena, incluso queriéndolo un poquito a aquel intruso de metro y tantos centímetros, que sin permiso fue a contagiarle un tanto de esa alegría y emoción que reflejan su rostro y sus palabras , mientras le narra a ella épicas cotidianas que hablan de todo y no dicen nada, rescatando información a cerca de va a la escuela y trabajaba en la calle, que tiene 3 hermanos y tan solo 9 añitos, y la trata de una forma tan familiar y a la vez respetuosa, que incluso a ella le da gracia cuando le menciona con un “usted” cargado de expectativas, muy diferente del trato al que esta habituada a recibir por pares y superiores, siempre incitándola a ser parte de la conversación por medio de preguntas típicas de dos extraños ansiosos por no sentirse solos en medio de sus rutinas.
Hasta que de forma totalmente casual, pero ciertamente inesperada para ella, él saca de su bolsita de plástico frágil, casi trasparente una muñeca aun guardada en su caja y la mira como si de un tesoro sagrado se tratase, quedando ella totalmente confundida, hasta que repentinamente él vuelve a dirigirse asía ella sin dejar de sostener la muñeca en sus manos y cuenta una historia para la que ella no estaba preparada, “se la compre a mi primita que cumple años mañana” dice él, como si aquello fuese algo normal de todos los días, resplandeciendo un poco, o quizás bastante, del orgullo que sentía de haberle podido comprar ese juguete tan esperado a esa primita no mucho mas chica que él, relatando que él la compro con lo que pudo ahorrar de su trabajo, y agrega de forma secundaria centrando aun su atención en la muñeca “la señora que me la vendió me hizo un descuento por lo que con lo que le quedo pude comprarme dos muñecos de Ben 10” .
Y es allí, justo en ese segundo en el que ninguno de sus años de estudios secundarios, ni la montaña de libros que tiene que leer en la universidad le sirven para encontrar que decir ante aquellas simples dos frases, de aquel niño sentado frente a ella que no deja de hablar alegre de las cualidades del juguete, mencionando que era “una Barbie hada” con vestido con brillos y su propia barita mágica, sintiendo como algo se mueve dentro de ella y sus problemas se resbalaban hasta el ultimo en su lista de prioridades, comenzando a pensar que tal vez esa noche al llegar a su casa no volverá a sentarse a estudiar, sino que hará algo agradable que la distraiga y la haga seguir sonriendo como lo esta haciendo ahora.
Y así, ese viaje cotidiano en ese colectivo sin importancia que aborda casi todos los días, se trasforma, en un espacio casi místico, en donde ella encontró sin pretenderlo, aquello que tan imposible parecía, gracias a un pequeño anónimo que ni siquiera parece percatarse de su merito.
Él ahora ha guardado la muñeca y saca los muñequitos antes mencionado, que si bien no son mas grandes que la palma de su mano, él no puede parar de contarle todo lo que sabe a cerca del dibujo animado del que son protagonistas esos muñecos y como él los va a poner en una repisa en su cuarto para que su hermano no se los rompa porque los mismos son “delicados” y él los va cuidar, y continua hablando sin notar el milagro que ha causado en su interlocutora que lo mira sonriendo sin poder aun decir palabra hasta que la rescata de su obnubilación diciendo que no puede colocarle un ala que venia suelta al muñeco, a lo que ella se ofrece, un tanto temerosa de que él no le quiera ceder su trofeo y que reaccione mal, a ayudarle, sin esperar que el mismo asintiera tan efusivamente y le entregase el muñeco sin ningún preámbulo, avasallándola a preguntas a cerca de todo lo que ella sabe a cerca de dicho programa de televisión pareciendo contento a cada cosa que ella le cuenta que sabe, por las cosas que su propio hermano solo un par de años mayor que aquel niño le cuenta al respecto.
Y ya casi finalizado el recorrido, ellos ya no se sienten como dos extraños, sino que son algo así como amigos ocacionales, siendo que al desocuparse un asiento, él niño lo toma y le hace espacio invitándola a sentarse con él lo que resta de que aquel fugaz tiempo juntos, para seguir escuchando de ella, las anécdotas que esta le cuneta sobre su hermano y sus juguetes de Ben 10 y la de otros niños que ella conoce, queriendo ella con eso, devolver quizás de alguna forma, aunque sea un poquito de todo lo que él le ha dado.
Y antes de que se den cuenta, aquel viaje que prometía parecer eterno, acaba para ella, sintiendo que a penas fue un momento, quizás demasiado breve y lamenta el tener que decir adiós, despidiéndose de él con una sonrisa , el deseo que disfrute mucho de sus juguetes, que estudie para poder saber muchas cosas y asegurándole que su prima va a estar mas que feliz con su regalo, no sin antes sentirse un poco triste porque él menciona que espera volverla a ver alguna vez, justo en el momento en que el trasporte se detiene y abre sus puertas y ella mira para atrás para darle un ultimo vistazo y un saludo con su mano antes de bajar.
Y cuando ve arrancar nuevamente el colectivo, esta vez con ella fuera, llevándose consigo a aquel pequeño niño que sin querer le obsequio algo verdaderamente invaluable en esos escasos 30 minutos en los que se conocieron, ella no puede mas que olvidarse de las pilas de hojas que debe leer, de los trabajos que debe hacer, en si suben los gastos y se acortan los sueldos, en que recién es lunes en aquella atareado semana y que quizás esta noche vuelva a no dormir porque el tiempo no le alcanza, sino que solo piensa en que en medio de su asombro no tuvo oportunidad de preguntarle su nombre a aquel niño ya no tan extraño, y cierra los ojos y sonríe con mas ganas, arriesgándose a que crean que esta loca por como actúa, sin poderle importar menos aquella opinión, pensando en aquel niño y sus juguetes y el rostro de aquella niña a la que tal vez jamás vea, pero que al día siguiente recibirá aquel , quizás único regalo por su cumpleaños, y serán aunque sea, un poquito mas felices… y eso , piensa ella, es lo que hace que todo lo que pueda sucederle … valga la pena.
Nota: dedicado a cada niño que en las calles aprenden a recibir poco y dar demaciado, para que aprendamos todos los dias un poco de ellos y les ayudemos a que su mundo sea cada vez mas grande y brillante… y en especial a aquel niño anonimo que abordo conmigo alguna vez un colectivo de mi ciudad, para que el poderle comprar una muñeca a un ser querido sea solo el principio de muchos logros que te esperen.